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El rincón de KiddoBrain

Por Sonia Pérez Vara 02 oct, 2018
Memorizar para el momento no es realmente memorizar, al menos a largo plazo. La curva del olvido explica cómo se forma la memoria a largo plazo y cuáles son los tiempos de procesamiento por parte del cerebro.
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Recibir de forma correcta los estímulos visuales es necesario para procesar de la forma adecuada la información recibida, repercutiendo directamente en el rendimiento escolar.
Por Sonia Pérez Vara 02 oct, 2018
Cada vez que hay cambio de gobierno hay dos sectores que tiemblan a la espera de los cambios que les suelen afectar de forma directa: sanidad y educación. En el presente post no se va a hablar de sanidad. Tampoco de política. El objetivo es recoger en las siguientes líneas la relación existente entre movimiento y aprendizaje.

     Seguro que hemos podido vivir de primera mano, en nuestra etapa escolar, el valor que se le daba a la educación física: esa asignatura que todos (o casi todos) aprobábamos con buena nota y que era la preferida de muchos porque no requería de que resolviéramos las tareas a través de una ecuación o de una redacción. Valorada por los alumnos y descalificada por la sociedad en general (padres, profesores…), era la asignatura que se sacrificaba en pos de otras consideradas más importantes, como las matemáticas o el lenguaje. Pero, ¿sabemos exactamente qué aporta el movimiento al aprendizaje?

   Son muchos los estudios que demuestran que, en contra de lo que pudiéramos creer, el movimiento y el aprendizaje están relacionados íntimamente. ¿Cuál es la explicación a esta afirmación? Muy sencillo. Dependiendo del tipo de movimiento que realice nuestro cuerpo éste es controlado por unas zonas del cerebro u otras. Así, los movimientos más sencillos se realizarán desde las zonas subcorticales y los más complejos serán llevados a cabo gracias a la  corteza motora. Aunque parezca increíble, son las mismas áreas que las que participan en los procesos de aprendizaje. De esta manera, si los movimientos se han trabajado, adquirido, interiorizado y automatizado de forma correcta, esa zona quedará libre para que se puedan llevar a cabo otras tareas como, por ejemplo, el proceso de adquisición de la lectura o de la escritura, básicos en la etapa escolar.
 
    Pero no solo son éstas las zonas que están involucradas en el movimiento y el aprendizaje, otras zonas como el cerebelo, el sistema vestibular o el sistema activador reticular, van a influir en aspectos como el equilibrio, la coordinación, la postura, el movimiento, la percepción espacial, la memoria o la atención. Asimismo, diversas áreas del lóbulo frontal, como son el córtex prefrontal y las zonas dorsolaterales, van a intervenir en ambos aspectos, dando lugar a la resolución de problemas, la planificación y la secuenciación de los procesos a la hora de hacer o aprender cosas nuevas.

     Por consiguiente, si se diese a la educación física y al movimiento la importancia que tiene, facilitaríamos que esas zonas cerebrales quedaran libres para otras tareas de nivel superior como son el razonamiento, la atención o el lenguaje.

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Si tu hijo sufre de otitis o catarros frecuentes, presta especial atención, su aprendizaje del lenguaje puede estarse viendo comprometido.
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