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Visión y aprendizaje

  • Por Sonia Pérez Vara
  • 02 oct, 2018

¿Ves bien?

           Ante esta pregunta, es posible que respondas valorando si ves bien de lejos, de cerca o en ambas situaciones pero, el hecho de ver bien, es mucho más que eso. Habitualmente, cuando comenzamos a mostrar cansancio visual, dolores de cabeza o molestias mientras leemos, vemos la televisión o utilizamos dispositivos móviles, nos planteamos ir al especialista con el objetivo de conocer si es necesario que utilicemos gafas o no. Pero la correcta visión va mucho más allá de las dioptrías.

 

         Este post tiene el objeto de exponer de forma sencilla algunas de las características de la visión y cómo pueden afectar de forma directa en el aprendizaje y, por lo tanto, en el rendimiento escolar. Alrededor de un 60% de los casos en los que se aprecian problemas de lectura tienen relación directa con reflejos primitivos retenidos, lateralización mal definida y problemas visuales relacionados con la percepción.

 

         El ojo es un órgano complejo, tanto, que la imagen que recoge es invertida en su interior y, aun así, llega de forma correcta al cerebro. Pero el objeto del presente artículo no es centrarnos en la fisiología del ojo o el procesamiento de la imagen hasta su interpretación, sino dar a conocer algunas cuestiones básicas que pueden ayudarnos a conocer un poco mejor como afecta la visión al rendimiento escolar y qué dificultades pueden surgir como consecuencia de un comportamiento o percepción inadecuados de ésta.

 

Dos ojos, una imagen

 

         A pesar de tener dos ojos y de recibir distinta información de cada uno de ellos, nuestra percepción sólo es la de una imagen única en tres dimensiones. Hagamos una prueba. Coge un folio y recorta un cuadrado de 2 cm X 2 cm en el centro. Cogiendo el folio con las dos manos y extendiendo los brazos, encuadra algún objeto dentro del cuadrado. Una vez realizado esto, y sin mover el papel, cierra un ojo y fíjate en lo que ves con el ojo abierto. Sin mover el papel, abre el ojo que tenías cerrado y cierra el otro.

¿En alguno de los dos casos ha desaparecido casi por completo el objeto del cuadrado? Esto es porque cada uno de los ojos capta una imagen que el cerebro funde en una sola dotándolo de la información proveniente de ambos ojos y ayudándonos a valorar la profundidad y la cercanía del objeto respecto a nosotros y/o a otros objetos. A la fusión de ambas imágenes en una sola se le denomina visión binocular.

           La visión binocular puede parecer algo inherente a la persona pero, en realidad, no es así. Para que se produzca correctamente, ésta habrá tenido que adquirir una serie de habilidades para las cuales habrá pasado por distintas etapas, entre las que destaca principalmente el movimiento. Movimiento que parte de la correcta inhibición de reflejos primitivos (que explicaremos en otro post) y de la correcta realización del arrastre y del gateo, gracias a los cuales se irá practicando y adquiriendo no sólo la visión de cerca y lejos sino también la convergencia y la acomodación, entre otros. Pero, ¿qué son y cómo pueden afectar estos movimientos en el rendimiento escolar?

 

Vergencias

          Como se explicaba anteriormente, a la capacidad de ver con los dos ojos a la vez se le denomina binocularidad y, para que ésta se lleve a cabo de una forma correcta, ambos ojos no sólo han de estar alineados sino también han de ser capaces de que esto se realice de forma mantenida. Así, podremos clasificar las vergencias en: convergencias y divergencias. Las primeras serán las que nos permitan pasar de ver de lejos a ver de cerca, llevando nuestros ojos a girar hacia adentro. Por ejemplo, cuando estamos ajustando la hora de nuestro reloj de muñeca observando un reloj colgado en la pared, los ojos miran primero de lejos (al reloj de pared) para posteriormente mirar de cerca (a nuestro reloj de muñeca). Las divergencias, por el contrario, son las que nos permiten pasar de ver de cerca a ver de lejos. Por ejemplo, cuando estamos leyendo un libro y levantamos la vista al oír un ruido en la calle y miramos por la ventana. 

         En relación con el rendimiento escolar, las malas vergencias van a llevar a que exista gran dificultad para formar una imagen única y nítida, pudiendo ocasionar molestias al leer y/o escribir, ver doble, buscar formas en las que se anule la imagen de uno de los ojos (realizando un guiño o tapando el que genera incomodidad) y, por lo tanto, teniendo como consecuencia un exceso en el tiempo de realización de la tarea, una disminución en la comprensión de los textos y problemas para cambiar la visión de lejos a cerca o de cerca a lejos, como ocurre cuando copiamos algo de la pizarra, así como un sobreesfuerzo del ojo que ha utilizado. Pero, ¿cómo se puede saber si hay algún problema relacionado con las vergencias? Aunque la valoración ha de llevarla a cabo especialista en el área, algunos de los síntomas que podrían ponernos sobre aviso serían:

  • Al poco tempo de comenzar se produce cansancio y entra sueño (por supuesto, siempre y cuando no sea la hora de dormir).
  • Durante la lectura, se produce lagrimeo e, incluso, a veces se perciben dobles letras.
  • Algunos días se tiene sensación de leer mejor que otros. Aquellos días en los que peor se lee, alguno de los síntomas añadidos son la lectura borrosa y la dificultad en la comprensión del texto.
  • Cuando se lee un texto, y comenzamos con muchas ganas pero, al cabo de un rato leyendo, perdemos el interés.

 Acomodación

        Pero no debemos olvidarnos de la función acomodativa que realiza el ojo. Ésta consiste en la capacidad de enfocar con nitidez y con comodidad a diferentes distancias y realizar cambios de una forma automática y sin esfuerzo. La acomodación, por lo tanto, está unida a las vergencias y, por consiguiente, a los procesos lectores.

          La acomodación, con el paso del tiempo, va perdiendo eficacia produciendo lo denominado como presbicia o vista cansada. Pero, ¿puede haber algún problema derivado de la acomodación en niños? La respuesta es afirmativa y los principales síntomas son:

  • A veces se aprecia visión borrosa de cerca y/o de lejos.
  • Existe la necesidad de acercarse o alejarse demasiado al papel en la lectura y en la escritura.
  • La visión no es buena cuando se lee durante un rato.
  • El comienzo de la lectura se realiza desde una posición correcta pero, al cabo de un rato, se produce un acercamiento al papel.
  • La lectura se lleva a cabo con el giro de la cabeza o del papel para enfocar con uno de los ojos.
  • Se percibe cansancio tras la lectura.
  • Copiar de la pizarra al papel puede parecer misión imposible.

Movimientos oculares

       Tanto para las vergencias como para la acomodación, va a ser necesario que exista tonicidad en los seis pares de músculos que mueven nuestros ojos, así como de su correcta movilidad, permitiendo que los ojos puedan moverse hacia ambos lados, hacia arriba y hacia abajo o llevando a cabo las vergencias. De esta forma, podrá será más sencillo que la lectura se produzca de una forma natural. Por ello, para la lectura de un párrafo, va a ser necesario llevar los ojos de izquierda a derecha y, al finalizar la línea, será necesario que los ojos desciendan ligeramente, para continuar en la línea siguiente. Si los movimientos no son correctos, podría darse el caso de leer líneas incorrectas (saltar varias líneas) y, por lo tanto, captar un mensaje erróneo. Si esto ocurre, por ejemplo, en la lectura de un problema matemático, se entremezclarán los datos y es posible que el niño no sepa qué le están pidiendo.

 Movimientos sacádicos

       Asimismo y en relación a los movimientos oculares, cuando leemos, nuestros ojos dan pequeños ‘saltos’ que recogen la información escrita. Estos movimientos específicos son denominados ‘sacádicos’. En un lector eficaz, esos saltos serán amplios, rápidos, fluidos y sin apenas regresiones o pausas. Cuando estos movimientos no se realizan de esta manera, el lector suele emplear más energía de la necesaria para leer, necesitando más tiempo y esfuerzo y, en muchas ocasiones, teniendo como consecuencia el cansancio, la desmotivación y la no comprensión del texto. Este tipo de lectores es fácilmente reconocible ya que suelen acompañar la lectura con el movimiento de la cabeza o con ayuda, por ejemplo, del dedo como guía. Existen investigaciones (Evans y Drasdo, 1990), en las que se observan mayor número de fijaciones y regresiones en la lectura en niños diagnosticados con dislexia.

 Qué hacer si se identifica algún síntoma

       Si durante el presente post has reconocido alguno de los síntomas en ti o en alguien cercano, es posible que te ronde la pregunta: ‘Y ahora, ¿qué puedo hacer?’.  Lo primero que se recomienda es visitar a un especialista en optometría comportamental que pueda llevar a cabo una evaluación exhaustiva de visión a nivel perceptual para, posteriormente, elaborar un programa personalizado de terapia visual que permita mejorar la funcionalidad del ojo. Así mismo, el papel del terapeuta especialista en la inhibición de reflejos primitivos y de un experto en neuromotricidad permitirá que la mejora se lleve a cabo desde la base del cerebro, tal y como debiera haber ocurrido durante los primeros meses de vida de la persona. Aunque las terapias requieren de tiempo y constancia, los resultados son extraordinarios en la mayoría de los casos, incluso en algunos diagnosticados como dislexia.

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     Seguro que hemos podido vivir de primera mano, en nuestra etapa escolar, el valor que se le daba a la educación física: esa asignatura que todos (o casi todos) aprobábamos con buena nota y que era la preferida de muchos porque no requería de que resolviéramos las tareas a través de una ecuación o de una redacción. Valorada por los alumnos y descalificada por la sociedad en general (padres, profesores…), era la asignatura que se sacrificaba en pos de otras consideradas más importantes, como las matemáticas o el lenguaje. Pero, ¿sabemos exactamente qué aporta el movimiento al aprendizaje?

   Son muchos los estudios que demuestran que, en contra de lo que pudiéramos creer, el movimiento y el aprendizaje están relacionados íntimamente. ¿Cuál es la explicación a esta afirmación? Muy sencillo. Dependiendo del tipo de movimiento que realice nuestro cuerpo éste es controlado por unas zonas del cerebro u otras. Así, los movimientos más sencillos se realizarán desde las zonas subcorticales y los más complejos serán llevados a cabo gracias a la  corteza motora. Aunque parezca increíble, son las mismas áreas que las que participan en los procesos de aprendizaje. De esta manera, si los movimientos se han trabajado, adquirido, interiorizado y automatizado de forma correcta, esa zona quedará libre para que se puedan llevar a cabo otras tareas como, por ejemplo, el proceso de adquisición de la lectura o de la escritura, básicos en la etapa escolar.
 
    Pero no solo son éstas las zonas que están involucradas en el movimiento y el aprendizaje, otras zonas como el cerebelo, el sistema vestibular o el sistema activador reticular, van a influir en aspectos como el equilibrio, la coordinación, la postura, el movimiento, la percepción espacial, la memoria o la atención. Asimismo, diversas áreas del lóbulo frontal, como son el córtex prefrontal y las zonas dorsolaterales, van a intervenir en ambos aspectos, dando lugar a la resolución de problemas, la planificación y la secuenciación de los procesos a la hora de hacer o aprender cosas nuevas.

     Por consiguiente, si se diese a la educación física y al movimiento la importancia que tiene, facilitaríamos que esas zonas cerebrales quedaran libres para otras tareas de nivel superior como son el razonamiento, la atención o el lenguaje.

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